Del Pleistoceno Smart a los modelos de negocios y la privacidad en las #SmartCities.

Del Pleistoceno Smart a los modelos de negocios  y la privacidad en las Smart Cities.

Hace unos días coincidiendo con el inicio del año, Cisco anunció su retirada de uno de sus productos estrella “Cisco Kinetic”.En la breve comunicación  que realizaron se indicaba que  “ante la dificultad de poder  rentabilizar el producto y la situación actual de pandemia que afecta a todo el planeta. , informaban de la paralización del producto” , y por lo tanto  se confirmaba su retirada  como uno de los “players” de plataformas IoT del mercado mundial.

Esta decisión, junto a la que ya tomó Google  a través  de Sidewak Labs durante el 2020 con la paralización de su proyecto piloto  en Toronto, me sirven para reflexionar en este post sobre cuál  deber ser el negocio y cuáles deben ser las prioridades en el diseño de las ciudades inteligentes.

Toronto, Canada

La tecnología ha borrado las fronteras entre los físico y lo digital, pero no puede borrar la fronteras de la privacidad y la autonomía de las ciudades.

0.- INTRODUCCIÓN. Un poco de historia pleistocénica sobre las Smart Cities.

Hasta llegar a la definición actual del concepto de smart city o ciudad inteligente, nos hemos ido encontrando con diferentes  puntos de vista  a lo largo de estos años. Estas  han nutrido las estrategias de marketing de empresas tecnológicas, ha servido para definir hojas de ruta por parte de los gobiernos y han llenado muchas páginas en medios de comunicación. El término smart city siempre se utilizó, por un lado,  para adecuar el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) como herramienta para estimular el desarrollo económico de las ciudades y, por otro, para propiciar las incorporación  tecnologías existentes en ese momento para mejorar la gestión urbana.  Podemos  considerarlo como una evolución del concepto, (creo que asociado a la evolución tecnológica) de los términos wired cities (ciudades cableadas) (Dutton et al., 1987); cybercities (ciberciudades) (Graham y Marvin, 2001); digital cities (ciudades digitales) (Ishida e Isbister, 2000); y smart cities (ciudades inteligentes) (Komninos, 2002). También hay publicaciones que evolucionaron en la dirección de la gestión de la ciudad (Van der Meer, Van Winden, 2003) la capacidad de atraer a especialistas altamente calificados (Murray et al., 2011) o la posibilidad de la producción y la absorción de la innovación (Florida, 2005).

La primera vez que se utilizó el término fue a principios de la década de 1990, con el desarrollo y aplicación de las TIC a las modernas infraestructuras dentro de las ciudades. Una de las primeras definiciones sobre las smart cities fue la aportada por un grupo de investigadores de la empresa IBM, quienes afirmaron que el término smart city denota una ciudad instrumentada, interconectada e inteligente (Harrison et al., 2010)

Con una visión más comercial, Colin Harrison y su equipo en IBM, describían la base y los principios de la tecnología de la información (TI) para las ciudades más inteligentes. Para ellos las ciudades más inteligentes eran áreas urbanas donde se explotan datos operativos, como los que surgen de la  gestión del tráfico, el consumo energético y los eventos de seguridad ciudadana, y de esta forma se optimiza el funcionamiento de los servicios de la ciudad. Los conceptos fundamentales están instrumentados, interconectados e inteligentes. Curiosa las definiciones, “Instrumentado” que se refiere a fuentes de datos del mundo real casi en tiempo real de sensores físicos y virtuales, “Interconectado”  que significa la integración de esos datos en una plataforma informática empresarial y la “comunicación” de dicha información entre los diversos servicios de la ciudad.  Por último “Inteligente” se refiere a la inclusión de análisis, modelado, optimización y visualización complejos en los procesos comerciales operativos para tomar mejores decisiones operativas. Con este enfoque desde IBM se permitía la adaptación de los servicios de la ciudad al comportamiento de los habitantes, lo que permite el uso óptimo de la infraestructura física y los recursos disponibles, por ejemplo, en la detección y control del consumo de energía y agua, la gestión de los sistemas de transporte y procesamiento de residuos, y la aplicación de optimización para lograr nuevas eficiencias entre estos recursos. Existen roles adicionales en la interacción inteligente entre la ciudad y sus habitantes y contribuyen aún más a la eficiencia operativa mientras se mantiene o mejora la calidad de vida.

Aunque el uso del concepto Smart City  desde el punto  de vista académico puede remontarse a la década de 1990 según la definición de  Nicos Komninos, 2011, podemos situar a  dos  grandes  compañías  tecnológicas,  IBM  y  Cisco, como dos de los grandes motores para su desarrollo y conocimiento del concepto en la segunda mitad de la década de 2000.

El modelo europeo.

Podríamos continuar con esta revisión de la historia pleistocénica, pero me quedo con el Dictamen (2015/C 383/05) que tuvo  como ponente a Daniela RONDINELLI ,del Comité Económico y Social Europeo  sobre «Las ciudades inteligentes como motor  de una nueva política industrial europea». Interesante el enfoque pues  se le incluye bajo el vector de “política industrial”.

En su exposición y ante el contexto de la creciente urbanización, la Unión Europea y los Estados miembros consideraron las ciudades «laboratorios para una  economía más  dinámica y  digital» en  las  que  permita experimentar medidas capaces de  generar un  crecimiento que  vaya acompañado de empleo y de desarrollo social.

Se advertía  en el año 2015 ( En septiembre de 2015 se aprobaba por Asamblea General de la ONU adoptó hoy la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible), que la  sostenibilidad de  las  ciudades serían  el  resultado de  un  maridaje  inteligente  de  tecnologías más  avanzadas e innovadoras, plataformas integradas  (a  nivel europeo, nacional y  municipal), infraestructuras modernas,  eficiencia energética, replanteamiento de los servicios más eficientes en función de las necesidades de los ciudadanos y los usuarios e integración de las redes eléctricas inteligentes, internet y los sistemas de sensores.

A estar concebidas las  ciudades, como laboratorios  de  una  innovación avanzada aplicada a  gran  escala,  permitiría contribuir al «renacimiento» industrial y socioeconómico de la UE, poniendo en marcha una verdadera revolución industrial, financiera y social.

Se consideraba que las ciudades inteligentes podían convertirse en motores de desarrollo de una nueva política industrial europea capaces de influir en el desarrollo de sectores productivos específicos, extendiendo a gran escala las ventajas de la economía digital. Entre otras cosas, el vicepresidente de la Comisión, Maroš Šefčovič, con ocasión de su intervención en el Pleno del Comité del 22 de abril de 2015, declaró que “las ciudades inteligentes son para la UE una prioridad de desarrollo y subrayó el entusiasmo de los alcaldes a invertir en las comunidades del futuro”.

Para  lograr esos  resultados, se propuso a  las  demás instituciones europeas y  a  los  gobiernos  nacionales conectar el  concepto  de  «inteligencia» a  un  modelo sostenible e integrado de desarrollo aplicable a una ciudad, isla, territorio, distrito industrial, que se base en la coherencia y la integración de seis «pilares fundamentales»:

  1. Tecnologías e instrumentos para la eficiencia energética e integración de fuentes renovables.
  2. Difusión de plataformas tecnológicas y de conectividad para crear los nuevos sistemas de servicios digitales.
  3. Nuevos servicios digitales para mejorar la calidad de vida y laboral de ciudadanos y empresas.
  4. Modernización de las infraestructuras urbanas y rediseño urbano.
  5. Educación y formación de los ciudadanos, las empresas y el sector público en materia de competencias digitales
  6. Un modelo de sostenibilidad económica y financiera para las inversiones.

Se insistía en la presencia simultánea de  estos  seis  pilares ( ojo y no las identificadas en el informe de la Dirección General para políticas internas del Parlamento Europeo, de enero de 2014 “Mapping Smart  Cities  in  the  EU”, el cual considera que una ciudad es inteligente si tiene al menos una iniciativa que aborde una o más de   las   siguientes   características: Smart   Economy,   Smart People,    Smart    Mobility,    Smart    Environment,    Smart Governance y Smart Living)   que deberían  considerarse un  componente estándar e  imprescindible del proyecto estratégico de ciudad inteligente.

Igualmente , e importante en la aplicación de ese modelo, es que fuese acompañada de políticas que garanticen los niveles más altos de seguridad en las redes, sistemas informáticos, aplicaciones y dispositivos, que constituyen la base de los ecosistemas de los servicios digitales.

Por lo tanto no hay nada nuevo años después  y  a pesar de las circunstancias derivadas del empuje  y control tecnológico y del COVID19, el humanismo digital parece que siempre ha estado presente en los planteamientos estratégicos de las ciudades inteligentes. Unos modelos que si bien lo primeros años se definieron más bien como “proyectos singulares”, como se puede comprobar en el estudio del Instituto la Diversificación de la Energía y Ahorro de la Energía (IDEA)  “Mapa Tecnológico de Ciudades Inteligentes”, y había más pasión y evangelización que acción.

No quiero dejar de resaltar un artículo del año 2010 del Doctor en Marketing por la Universidad Rey Juan Carlos, José Ramón Sarmiento Guede que en la publicación Telos de la Fundación Telefónica, citaba: “Los verdaderos protagonistas de las smart cities son las personas, quienes interaccionan con las ciudades con la finalidad de crear valor sostenible y calidad de vida en dichos entornos. El objetivo  de  este  trabajo  es  probar  si  en  las  ciudades  españolas  en  las  que  se  están desarrollando proyectos de ciudades inteligentes también se dan ciudadanos inteligentes”.

No hay nada nuevo años después  y  a pesar de las circunstancias derivadas del empuje  y control tecnológico y del COVID19, el humanismo digital parece que siempre ha estado presente en los planteamientos estratégicos de las ciudades inteligentes

1.- MODELOS ESTRATÉGICOS

Frente a una estrategia más holística impregnada de una vertiente más humanista ( que yo comparto y sobre la cual he escrito en más de una ocasión en este blog) , vemos que se acredita la necesidad de ser considerada como una palanca industrial (como así nuevamente se ha podido comprobar  en la Agenda Digital de  España. En el Plan Digital de España 2025 de forma expresa se cita a las smart cities con un papel importante para el desarrollo de “Las aplicaciones de 5G en este sector se enfocan en la optimización de servicios ya existentes, como el alumbrado, residuos, el transporte público o la movilidad, y en la monitorización de la calidad del aire o el agua. Así como el Turismo Inteligente”.

Así mismo y de cara a los Fondos de Reconstrucción y Resiliencia “Next Generation EU” se pone en el punto de mira a la transición digital. Para la Comisión Europea y sus retos conexos, los Estados miembros deben explicar cómo alcanzarían el objetivo de al menos el 20 % de los gastos relacionados con lo digital, como se explica en la orientación. Hay países (como España que lo sitúa en el 33%) que aumentarán este porcentaje. También se invita a los Estados miembros a que tomen como referencia, siempre que sea posible, los indicadores existentes, como los incluidos en el índice de economía y sociedad digital (DESI).

Como vemos nuevamente aparece el foco más humanista y social  de la digitalización. Ante esta situación con el debate del modelo de negocio de las ciudades  en esta era digital del Covid19 que  junto al desarrollo de otros casos de uso que se han desarrollado en ciudades de todo el mundo, nos invita a pensar en un modelo basado más en soluciones para las ciudades y los ciudadanos y no sólo en conectividad y sensórica.

 La ciudad como plataforma

Es indudable que el desarrollo de las ciudades inteligentes debe estar basadas en plataformas de gestión de ciudad o de territorio que propicien la interoperabilidad de los datos, que generen conocimiento, que permitan la integración de todo tipo de fuentes de información y sobre todo que sea transversal, para poder generar una capa de servicios que genere el conocimiento adecuado a través de los datos. Ahora además que se comienza a alcanzar algo de madurez, permitir incluso la inclusión de modelos predictivos con el uso del Big Data, la Inteligencia Artificial ect..

En la definición de la etapas que definía el Observatorio Nacional de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información “Estudio sobre Ciudades Inteligentes”  que coincidía con la definición que realizó la  Fundación Telefónica  en su estudio “ Smart Cities. La Ciudad como Plataforma de Transformación Digital” estimaban la definición de 4 fases o  etapas

  1. Una capa de generación de información, donde se origina la información de la ciudad y supone el inicio del proceso. VERTICAL, que la supone la introducción de tecnología  en los diferentes servicios.
  2. Una capa de captación de la información que realiza la recogida de los datos e información de la ciudad o territorio. CONECTADA, entre la ciudad, ciudadanos, servicios, y el ecosistema.
  3. Una capa de análisis y gestión de la información, que tiene como objetivo la extracción de datos, proveniente de los sistemas de captación previo. HORIZONTAL que se caracteriza por una visión transversal
  4. Por último una capa de integración sectorial. INTELIGENTE, donde se ponen a disposición de los ciudadanos y los gestores una infraestructuras con las que los agentes del ecosistema  pueden participar en las soluciones de ciudad, mediante los diferentes mecanismo de apertura de datos y la visualización de la información, generando así conocimiento útil y relevante.

Transversalmente a las 4 etapas, se encuentran otras 3 capas de soporte: la capa de conexión, de soporte y asesoramiento, y de promoción e impulso.

La primera de ellas, la capa de conexión o conectividad, entra en juego durante todo el proceso y es la encargada de proveer de conexión a todos los sistemas involucrados en la cadena de valor. Los elementos que Plataformas que integran diversos sistemas verticales de gestión de servicios de la ciudad. Éstas son plataformas que incorporan varios sistemas verticales que comparten similitudes en funcionalidad con el fin de fomentar sinergias, compartir recursos y mejorar así la eficiencia global.

Por otro lado, los servicios de asesoramiento y soporte, bien sean tecnológicos, estratégicos, financieros, legales o jurídicos, conforman una capa transversal en la planificación, realización, seguimiento y evaluación de cada una de las etapas del sistema de valor de la Smart City.

Además, el sistema cuenta con otra capa transversal, de promoción e impulso, en la que se encuentran las diferentes asociaciones empresariales, administraciones públicas o aplicaciones y redes de ciudades vinculadas con el fomento y despliegue de las Smart Cities.

En una evolución  tecnológica podemos comprobar cómo el desarrollo de los modelos están orientados a poner en  valor el conocimiento  a partir de la procedencia diversa de las fuentes de información,  basados cada día más en  gestión de plataformas PaaS ( Plataforma como Servicio) y con una infraestructuras para alojamiento de todos los datos,  IaaS ( Infraestructuras como Servicio).

El ecosistema tecnológico de la ciudad.

Los sistemas de ciudades inteligentes se construyen con una gama diversa y cada vez mayor de componentes tecnológicos: hardware, software, almacenes de datos basados ​​en la nube y redes celulares, algoritmos de inteligencia artificial, etc. Destacamos los más relevantes:

  1. Sensores. Son los componentes básicos de los sistemas de ciudades inteligentes: dispositivos económicos y compactos (del tamaño de un puño o más pequeños) que se pueden instalar en todo tipo de objetos, desde postes de servicios públicos y autobuses hasta tuberías y puentes de agua.
  2. Fibra óptica de alta velocidad y redes inalámbricas 5G. Que conforman la red neuronal de la ciudad
  3. Videovigilancia y reconocimiento facial Cámaras de circuito cerrado de televisión (CCTV) en las calles de la ciudad y en todo tipo de edificios o en espacios públicos no es nada nuevo, pero estos dispositivos se han vuelto más pequeños, más baratos, menos estáticos y más frecuentes en una amplia gama de ajustes.
  4. El internet de las cosas. Los objetos que tienen conexiones inalámbricas a Internet y constituyen el llamado “Internet de las cosas” (IoT), incluyen dispositivos que no tienen nada que ver con las ciudades inteligentes: cepillos de dientes eléctricos conectados por Bluetooth con la aplicación correspondiente , monitores de glucosa para pacientes con diabetes. , neveras inteligentes, etc.
  5. Plataformas para toda la empresa. Como indicábamos interoperable y que propicia la generación de la capa digital de la ciudad.
  6. Visualización de datos y Analítica de Datos. Software que agrega grandes conjuntos de datos recopilados por sensores y otras fuentes para generar hacer predicción y análisis y poder llegar a crear los “gemelos digitales” a partir de los datos.

Como vemos , el modelo de ciudad se ha ido configurando mediante plataformas  que permiten, la convergencia ( adaptadas a estándares), abiertas ( cautivas de proveedores), accesibles ( acceso a los datos a terceros) y con modularidad ( que permitan la reutilización). Así mismo se busca la horizontalidad ( integrando los diferentes servicios de diferentes proveedores), interoperable ( integrando diferentes tecnologías, dispositivos y sistemas), y que tengan recorrido; permitiendo la escalabilidad, la robustez ante fallos, al adaptabilidad tecnológica y la seguridad.

En este contexto es importante destacar el acuerdo de ciudades de todos el mundo en el marco del Open and Agile Smart Cities (OASC) que se orienta a la necesidad de unirse en torno a estándares comunes. La misión de Open & Agile Smart Cities (OASC) es unir ciudades y comunidades de todo el mundo para construir un mercado global de soluciones, servicios y datos basados ​​en las necesidades de las ciudades y comunidades. Para lograr esta misión, OASC defiende los Mecanismos Mínimos de Interoperabilidad (MIM), un conjunto de capacidades prácticas basadas en especificaciones técnicas abiertas que permiten a las ciudades y comunidades replicar y escalar soluciones a nivel mundial. Los MIM son desarrollados por el Consejo de Tecnología de OASC y regidos por el Consejo de Ciudades y la Junta Directiva. Los MIM proporcionan la base técnica para la adquisición y el despliegue de plataformas de datos urbanos y soluciones de extremo a extremo en ciudades y comunidades de todo el mundo.

Por lo tanto vemos que estamos ante un modelo de gestión y de negocio en la ciudad, basado en técnicas abiertas y que permitan a las ciudades y comunidades replicar y escalar las soluciones.

2.- EL RIESGO TECNOLÓGICO Y LOS TRUSTS  PARA LA SMART CITIES.

Como indicábamos, empresas precisamente como  Cisco o IBM estuvieron entre las primeras que pusieron en valor la marca “ ciudad inteligente”  y de hecho durante un tiempo la definición de smart city ha tenido que convencer a muchos escépticos que  veían en expresión “smart city” un slogan de marketing, más que un proceso de transformación digital de una ciudad.

El modelo de estas grandes empresas, como también lo fue el modelo de Sidewalk Quayside desplegado por la filial del Google, Alphabet,   se  basaban en el despliegue de cientos de sensores en espacios públicos y privados para recopilar cantidades masivas de datos  del municipio conectados con plataformas,  pero tenían dificultad para la migración o para la implementación de otros casos de uso de software de otras empresas.

Con una definición  y enfoque de gestión global de la ciudad,  preveían que el retorno de la inversión (según su modelo económico ) se conseguía siempre que se fueran incrementando casos de uso. En el caso de Quayside fue por otra razón bien distinta, parece que sus planes no sólo carecían de detalles técnicos; no estaba claro cómo se regularía o gobernaría este nuevo barrio; cómo funcionaría social o comercialmente; qué pasaría con las preocupaciones sobre la privacidad o la vigilancia; y quién, en última instancia, se beneficiaría de lo que Sidewalk a menudo describía como un “laboratorio” de la vida real. El miedo  a una Google City se apoderó de sus ciudadanos y puso en crisis el modelo de negocio planteado por Alphabet.

Por lo tanto parece claro que el concepto del dominio  y control de todo la “capa digital” de una ciudad , en palabras de la profesora de Derecho de la Universidad de Rutgers, Ellen Goodman, “no era diferente al modelo de negocio utilizado con gran ventaja por gigantes tecnológicos como Apple, Google y Facebook”. Como escribió en Fordham Law Review, “Sidewalk vende la capa digital como motor para la innovación de vanguardia, de nuevas empresas y los negocios tecnológicos a la ola del modelo y del idilio del silicio”.

Ante esta situación parece obvio que el modelo no se debe basar en la implementación tecnológica  de forma voraz y sí en buscar  un proceso de mejora tecnológica que busque oportunidades de negocios, genere  mejoras derivadas de la conectividad y con ello se cree un ecosistema que permita la escalabilidad y la incorporación de nuevos actores. Evitando así al generación de “Trusts” en las Smart Cities, y que de esta forma  una sola empresa provea de productos o servicios y  opere de forma exclusiva generando una dependencia y creando un monopolio y control global de una ciudad.

El paso atrás de la estrategia comercial.

Y es curioso que ante  esta situación se produzca un paso atrás en las estrategia comercial de empresas como Cisco o Google, cuando según una encuesta de agosto de 2020 de 50 ciudades globales realizada por IoT Analytics, las aplicaciones urbanas más prevalentes incluyen transporte público conectado, tráfico, monitorización de inundaciones y clima, videovigilancia, alumbrado público y sensores de calidad del aire.

 

Por situaciones similares a la expuestas por el riesgo de monopolio de las empresas o los riesgos tecnológicos asociados,  se dio pie a que  un grupo diversos de profesionales y ciudadanos comenzó a trabajar en estas cuestiones en 2017 por invitación del Amsterdam Economic Board. El resultado es el manifiesto ‘TADA! – clear about data‘, que contiene valores que según los fundadores deberían aplicarse en unas ciudades digitalmente responsables fomentando el uso los datos de forma responsable en su ciudad.

Lo que sí parece  claro a estas alturas que el sistema operación de una ciudad se debe basar en un modelo de integrar datos para generar conocimiento e  información para una mejor gestión de la ciudad, pero teniendo claro que la propiedad de los datos les corresponde a los ciudadanos y salvo los datos críticos. Existe la necesidad de retornar los datos procesos y tratados a los ciudadanos y a las empresas para que con ella puedan tener una mejor relación con la ciudad o para que con ello puedan desarrollar nuevos modelos de negocios.

Si bien es  cierto que uno de los retos ante los que se enfrentan  las ciudades será seguridad, pues ante el aumento de las redes digitales y el incremento de la sensórica, será necesario  abordar la ciberseguridad, al margen de que también podría ponerse en duda el incremento del control   por parte de los gestores de las ciudad, que sin duda obligar a  acometer  medidas que protejan el derecho de la privacidad  de los ciudadanos. En la actualidad y en puertas del desarrollo de la tecnología 5G, estamos a la espera de que puedan aparecer nuevas reglas del juego al poderse manejar grandes volúmenes de datos que pueden moverse con más rapidez a través de redes inalámbricas con “baja latencia”.

Lo que sí es evidentees que la tecnología no es la solución , sólo es un posible respuesta, pues en el en el ecosistema Smart City hay tecnologías que si pueden resolver problemas cotidianos y ser muy eficaces, pero otras están aun a años luz de aportar una solución útil para la ciudad y necesitan de un humanismo digital y sobre todo  de un incoporar la ética y el derecho a la privacidad. La tecnología invasiva y a veces la inexistencia de una planificación y un desarrollo incremental, puede propiciar ser cautivo de una solución tecnológica , y lo que es peor, penalizar a medio plazo la gestión de la ciudad. Larga vida a las soluciones de ciudad  que propicien soluciones abiertas, escalables e interoperables.

3.- CONCLUSIONES
  1. El impacto de la digitalización en nuestras ciudades, pueblos y municipios es tan grande que como los gestores públicos no pueden estar ausentes. Pero hay que hacerlo de forma conjunto con la sociedad y la empresas.
  2. La gran amenaza es la pérdida de autonomía“, dice Jan-Willem Wesselink de Future City Foundation , que promueve el urbanismo inteligente. “¿Google o alguna otra empresa decide cómo utilizar la ciudad?”
  3. Se están desarrollando demasiados productos inteligentes que simplemente no satisfacen las necesidades de la ciudad. Si las empresas de tecnología y datos realmente quieren marcar la diferencia, deben escuchar las necesidades de la ciudad. Se debe conectar a profesionales de municipios, empresas y otras organizaciones para hacer comunidades inteligentes de aquellas regiones, ciudades y pueblos con un entorno de vida más saludable.
  4. Cinco claves a considerar: Centrarse en los sistemas de movilidad, establecer un nuevo estándar de sostenibilidad, modificar la construcción y uso de edificios, la estandarización es vital y por último hay que preservar la privacidad de los residentes
  5. Seis principios básicos para las iniciativas de ciudades digitales (inclusivo, centrado localmente, controlado por residentes, supervisado, transparente y ampliamente accesible).
  6. Las ciudades inteligentes, deben garantizar la privacidad, hacer un uso lícito del uso de los datos obtenidos por las diferentes tecnologías (Hay demasiados ejemplos de empresas de tecnología que prometen anonimizar la información personal, pero luego comprometen ese anonimato) y sobre todo deber garantizar la apertura de datos y la transparencia.
  7. El desarrollo de algoritmos que se alimentan de datos urbanos ocupó un lugar destacado en los planes de Sidewalk Labs. El algoritmo es donde está el valor, pero sin poner en riesgo la integridad y la procedencia de los datos.
  8. El desafío para los municipios, obviamente, es no dejarse engañar por un argumento de venta y terminar encerrados en un contrato complejo que efectivamente permita al proveedor todo tipo de ventajas, como derechos de propiedad de datos no anticipados o disposiciones que efectivamente lo hacen imposible.
  9. La ciudades deben proporcionar “labs de experimentación” diseñado para ayudar a profesionales y gestores públicos a determinar lo que podrían necesitar y luego evaluar las operaciones  y realizar Consultas al Mercado, ayudado si es necesario en modelos de Compra Pública Innovadora o similar.
  10. Parece obvio que la tecnología ha borrado las fronteras entre los físico y lo digital, pero no puede borrar la fronteras de la privacidad y la autonomía de las ciudades.

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Mi perfil más completo: Francisco Morcillo

Bibliografía
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  25. The top 10 Smart City use cases that are being prioritized now https://iot-analytics.com/top-10-smart-city-use-cases-prioritized-now/
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